En esta entrada vamos a aportar información acerca de un tema de gran importancia como es la higiene postural en las edades tempranas de la vida. Es posible que los datos que ofrecemos ya le suenen al lector; o puede que les sorprendan. Veremos qué ocurre cuando hayan concluido la lectura. Sería muy interesante recibir comentarios en el blog acerca de vuestra opinión.
El dolor de espalda es un problema de salud grave en casi todos los países industrializados. Esto incluye a la población infantil y adolescente. En esta ocasión hablaremos del dolor de espalda en estos grupos de edades que dependen de adultos para su prevención y la promoción de hábitos saludables.
Los estudios no llegan a una conclusión precisa sobre qué porcentaje de esta población sufre de dolor de espalda aunque las cifras están entre el 15 y el 50%, es decir, hasta uno de cada dos niños sufren dolor de espalda, aunque en esos estudios no se contempla a la población española, (no hemos encontrado estudios con evidencia basados en la población española). Por tanto supone un problema de salud pública ya que la proporción de población afectada se acerca a la de la población adulta.
Teniendo en cuenta que los niños y niñas de hoy serán los adultos del mañana, muchas investigaciones tratan de averiguar si estos que hoy padecen de dolor van a padecer en la edad adulta. Pues aún los resultados no son concluyentes.
Estadísticas aparte, muchos de los lectores al mirar estas líneas estarán recordando todos los consejos que nos llegan sobre transporte de peso en el contexto escolar. Y es necesario apuntar que tampoco es concluyente que el peso de la mochila y el mobiliario escolar sean efectivamente, factores de riesgo para el desarrollo de dolor de espalda en la edad infantil y adolescente.
Llegados a este punto nos complace ofrecer información evidenciada que arroja datos de interés.
Y es que sí se sabe que una mala calidad de vida, entre las que destacan la falta de actividad física y el sedentarismo, suponen un riesgo para la salud musculo esquelética de los niños y las niñas.
Se conoce que la población más afectada es la femenina, y que el porcentaje aumenta con la edad; por ejemplo varios estudios coinciden con que el número de niños y niñas con dolor de espalda es mayor a los 15 que a los 11 años.
Parece que sí es relevante el hecho de que los niños y las niñas conozcan la importancia del cuidado de la espalda a través de una vida activa y la comprensión de nuestra anatomía y biomecánica. Los estudios además muestran que estos conocimientos se mantienen durante dos años.
Por lo tanto, parece que uno de los aspectos fundamentales en este tema es que a pesar de parecer que hay mucho conocimiento, realmente los datos no son concluyentes y existe controversia entre las recomendaciones populares y la evidencia que arrojan los estudios. Aun así, el planteamiento de programas educativos cada dos años, para reforzar el conocimiento de la población infantil y adolescente sobre la promoción de la salud de nuestra espalda y la prevención de lesiones parece ser una de las estrategias más fiables, si bien ésta se acompaña siempre de la premisa de la importancia de eliminar los hábitos sedentarios y promover una vida activa.
En mi opinión, los profesionales de la salud, la familia y la comunidad educativa debemos enseñar a cuidar de su salud a los niños y niñas, evitando generar actitudes de hipervigilancia, (es decir, educar para llevar una vida saludable, y no bajo “amenaza” de una vida con dolor o padecimiento).
La clave quizás se encuentre en animar a llevar un estilo de vida activo, siempre desde una perspectiva lúdica, en la que se lo pasen bien y se diviertan ofreciéndoles actividades atractivas.
Debemos adaptar nuestro lenguaje y nuestros objetivos a las diversas etapas del desarrollo de los niños y las niñas, generando una actitud crítica y promoviendo el razonamiento. Por ejemplo, que observen y que sientan la diferencia entre permanecer un tiempo prolongado en una misma posición e ir cambiándola mientras se realiza una misma tarea. Enseñarles la importancia de organizar las tareas de manera que puedan realizar descansos y en los que se realicen ejercicios de estiramientos divertidos.
Adaptarles el material y el mobiliario para que estén cómodos, si bien aún no está clara su influencia, es lógico pensar que mientras más cómoda esté la persona, menos tensiones y compensaciones va a generar. Reflexionemos si en el salón de casa los niños y niñas tienen mesas y sillas de comedor de sus dimensiones.
Y por último a que organicen su mochila, sabiendo elegir qué material es necesario para cada día, evitando llevar encima libros, cuadernos, etc. que no vayan a ser usados ese día.
Generamos más allá de una educación hacia la evitación de hábitos, una actitud proactiva en la que el cuidado de la espalda sea algo lógico, natural, sencillo y divertido.
Son algunas propuestas, pero se pueden desarrollar a partir de objetivos claros y con creatividad, muchas actividades de interés para nuestros adultos de mañana.
¿Qué opina el lector?
Inma Villa
Fisioterapeuta. Nº colegiada 1451
Consulta en QL CLINIC
@villa_inma
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