DESCONFÍA DE LA PUBLICIDAD DE PRODUCTOS DIRIGIDOS A NIÑOS

El primer dato que debe ponernos en alerta es saber que la inmensa mayoría de productos anunciados en televisión o Internet no corresponde a alimentos reales, presentes en la naturaleza sin procesado previo o mínimo tratamiento. Póngase de ejemplo: huevos, hortalizas, frutos secos, pescados, frutas,… Al fin y al cabo estos son los alimentos que nos aportan nutrientes para una correcta alimentación. Pero como se obtienen de la naturaleza, a la industria no le compensa informar de las bondades de éstos. No obtienen beneficio alguno de ello.

Los anuncios que a menudo bombardean nuestra rutina y la de nuestros niños se parecen más a productos inventados por la industria y que son consecuencia de la mezcla de una larga lista de ingredientes refinados que pasan por un procesado químico y a los que habitualmente se añaden sustancias artificiales como aditivos, potenciadores del sabor, espesantes, conservantes…
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Normalmente vienen envueltos en cajas, latas o bolsas que en el caso de productos dirigidos a niños tienen un atractivo extra en colores, mensajes, personajes de pelis o series de moda. Las marcas tienden a aprovechar la fantasía del niño para sobrevalorar las características del producto. El niño es pequeño para distinguir lo real de lo irreal y las marcas se aprovechan de ello en sus mensajes publicitarios para crear en el niño su necesidad inmediata de consumo.

Si valoramos la composición de los productos enfocados a niños, nos damos cuenta que gran cantidad de ellos tienen una notable presencia de grasas saturadas y trans, azúcares refinados y sal. Esta publicidad está dando alas para que los valores de sobrepeso y obesidad infantil, que actualmente alcanzan más del 40% de la población según el estudio ALADINO 2013, continúen creciendo.

No sé hasta qué valores las autoridades pertinentes harán algo para invertir la tendencia de una vez. Pero el conjunto de empresas y marcas de alimentación y bebida te contarán un cuento distinto. Porque en los mismos anuncios que ofertan productos innecesarios como si fueran totalmente imprescindibles en tu vida, a la vez te están contando que el problema de la obesidad es tuya, por tu sedentarismo y falta de moderación. Según ellos, los niños pueden comer de todo pero con moderación y hacer deporte, porque la falta de actividad en niños es el problema más grave de esta sociedad.

Sin quitar importancia al problema del sedentarismo, me gustaría contarles cómo se desglosa el gasto energético de un niño. El 70% del gasto corresponde al metabolismo en reposo, un 10% se gastará en la propia digestión de los alimentos y un 20% será el gasto que venga del deporte y actividad física. Con estas cuentas no voy a menospreciar la importancia de actividad para el aumento de masa muscular y de aumento metabólico. Pero esta influencia es mucho menor que la del consumo de productos denominados fast food o los altos en azúcares refinados. Porque la moderación con estos productos es muy difícil de conseguir. Sus mezclas están diseñadas para que quieras repetir y la sensación de saciedad no sea suficiente para parar de comer, la mente del niño dirá “come un trocito más, está delicioso”. Y cuando termine de comer, una o dos horas jugando en el parque no va a compensar el subidón energético y el posterior “enganche” a X producto.

Ya por último, lo que más gracia y cabreo me causa, es que sea la propia industria, a modo de muestra de preocupación por el problema y lavado de imagen a la vez, crea el Código PAOS (http://www.fiab.es/es/zonadescargas/da/PAOS.pdf), un Código ético de autorregulación totalmente voluntario. ¿Cómo funciona un código ético que me autoimpongo y que utilizo de forma voluntaria? Simplemente no funciona.

Siguen existiendo miles de ejemplos actualmente en los que las marcas hacen totalmente lo contrario a lo marcado en el Código (http://www.gominolasdepetroleo.com/2015/07/no-dejes-que-la-publicidad-alimente-tus.html). Conociendo que las sanciones que pueden imponerse a estas grandes empresas son “calderilla” para sus bolsillos, vuelvo a reiterarme en lo que escribía al comenzar este artículo:

“Desconfía de la publicidad de productos dirigidos a niños”, casi seguro que tendrás más probabilidades de acertar si ofreces a tu hijo todo lo contrario a lo que veas en la televisión, Internet y demás cuñas publicitarias dirigidas a que el niño crezca más a lo ancho que a lo largo.

Anabella Lara
Dietista-Nutricionista. Colegiada nº AND0445
Consulta en QL CLINIC

@alaranutricion

Anabella Lara
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