– Papá, ¿Qué estás haciendo?

– Hago un ejercicio.

– ¿Y por qué?

– Porque me lo ha mandado mi fisioterapeuta.

– Y ¿Para qué?

– Para mejorar mi espalda.

– Pero hijo mío, ¿tú no ibas a que te dieran masajes y te estirasen la espalda?

– Abuela no te enteras de nada. Mi papá va al fisio no al masajista.

– Veréis, os voy a contar lo que me explicó el fisioterapeuta y así nos aclaramos todos:

“El otro día fui a la clínica porque tenía dolor en el cuello. Llevaba varios meses pensando que se me quitaría sólo, pero como ya no me dejaba mirar por el retrovisor del coche cuando te llevo al cole, decidí que ya era hora de que me curasen.”

Entonces el fisio me hizo un montón de preguntas, me miró y me puso en movimiento, y me explicó que era para saber si podía hacer algo por mi cuello. Luego me dijo que sí, que podía ayudar a mi cuello, pero que lo mejor era que podía ayudarme también a mí.”

– ¿Cómo papá?

“Me contó que si de verdad quería mejorar mi cuello tenía que empezar por pensar que él no me iba a curar, sino que el que me curaba era yo”

– Claro papi, no sabemos si al fisio le duele el cuello.

“Exacto. Me preguntó cuánto tiempo podía dedicar a curarme y cuánto a cuidarme.”

– No lo entiendo.

“Normal, yo tampoco y por eso le dije que me lo explicara bien. Y entonces me enseñó unos dibujos y unos ejercicios que se parecían a los movimientos que me había hecho en la camilla y que en ese momento me habían quitado el dolor.”

– ¡Pero si te los había quitado! ¿Por qué tiene que volver el dolor?

“Ahí lo entendí, hijo. Me dijo que con este ejercicio que ahora estoy haciendo delante de ti y de la abuelita, podría mantener esa sensación tan agradable de no dolor incluso en mi casa y de forma segura. Y a mí me encantó porque le puedo dedicar un ratito a algo tan útil.”

– ¿Y lo de cuidarte, hijo? Porque a mí también me duele el cuello.

– Abuela que no le interrumpas.

“Esto es muy sencillo. Tu puedes dedicarle unos días a mejorar un dolor o interesarte por saber qué estás haciendo para que tu cuello proteste, y cuando lo sepas, evitarlo.”

– ¿Y si no sabes cómo? ¡Ah, ya sé! ¿Llamando a tu fisio y preguntándole?

– ¡Eso es hijo mío! Y ahora voy a seguir con mis ejercicios.

– Pues hijo a ver si me dejas el teléfono que voy a llamar yo también.

– Sólo una preguntita más papá.

– Dime.

– ¿Mañana me llevarás al cole en coche no? Porque no quiero levantarme más temprano.

El ejercicio terapéutico se define como la prescripción de un programa de actividad física que implica al paciente en la realización de la contracción de los músculos voluntarios y / o el movimiento del cuerpo con el fin de aliviar los síntomas, mejorar la función o la mejora, retener o retrasar el deterioro de la salud.

El fisioterapeuta es el profesional sanitario experto y competente para la definición de aquellos ejercicios que con fin terapéutico se pacten para el cumplimiento de los objetivos que entre ambos se planteen en el marco de la salud y la mejora de la calidad de vida del paciente.